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La explícita carta entre el Rey Carlos III y sus padres contando todos los detalles de su noche de bodas.

Desde España, Felipe V e Isabel de Farnesio pidieron a su hijo que les contara si el matrimonio con la adolescente de 13 años se había consumado ya o no y si la joven había resultado de su agrado. La respuesta del joven Monarca dejó poco espacio a la imaginación
Cuadro La familia de Felipe V, por Louis-Michel van Loo
La férrea Isabel de Farnesio, una de las Reinas consortes con más influencia en la historia de España, sabía por propia experiencia que la esposa de su hijo, el futuro Carlos III, podía llegar a influir en asuntos de Estado. Los efectos inevitables de compartir cama… 

De ahí que cuidara cada detalle de la elección (y enlace) que unió a su hijo, entonces Rey de Nápoles y Sicilia, con María Amalia de Sajonia, hija del Duque de Sajonia y luego Rey de Polonia. El que su hijo correspondiera a su interés con un exceso de información sobre su noche de boda solo se puede entender desde la mentalidad de la época o al comprender que la descendencia siempre resulta un asunto vital para cualquier monarquía.

Retrato de Carlos como Rey de Nápoles y Sicilia
Retrato de Carlos como Rey de Nápoles y Sicilia
Poco parecido, de nariz enorme y físico enclenque, Carlos de Borbón suplía su poca gracia natural con un trato afable, sencillo y de pose estricta en lo moral. 

El joven monarca de los territorios de los Borbones españoles en Italia, lo que entonces englobaba Nápoles y Sicilia, delegó la elección de su esposa a sus padres, Felipe V e Isabel, que desde Madrid dibujaban las líneas maestras de la estrategia familiar. 


Tras descartar otras candidatas, entre ellas las infantas francesas, la elegida fue María Amalia Walburga, de 13 años, edad suficiente a ojos de aquella sociedad como para que el matrimonio fuera consumado cuando antes.

El 9 de mayo de 1738 se celebró la boda por poderes en el Palacio de Dresde, en Sajonia, pero hasta más de un mes después la pareja no se vio en persona. Veni, vidi, vici… poco después de ese primer encuentro en Portello, cerca de Milán, se desplegó la noche de boda en toda expresión. 

Carlos quedó fascinado por María Amalia que, aunque no era especialmente hermosa y tenía voz chillona, gozaba de un carácter «afable y caritativo y tenía un excelente corazón». El Monarca apreció que era «más hermosa que en el retrato» que le habían remitido, además de que poseía «el genio de un ángel». Ella, por su parte, afirmó pronto por carta a sus padres que había encontrado «en su querido esposo tanto amor y complacencia que la obligaban para siempre».



«A veces las jovencitas no son tan fáciles»

Desde España, Felipe V e Isabel de Farnesio pidieron a su hijo que les contara si el matrimonio se había consumado ya y si la joven había resultado de su agrado. El futuro Carlos III no dudó en contestar a la extraña demanda sus padres con una minuciosa descripción de su desembarco sexual. 

En este sentido, se muestra comprensivo con la petición porque «como padres me hablan a las claras» y, asimismo, saben que «a veces las jovencitas no son tan fáciles y yo tendría que ahorrar mis fuerzas con estos calores». De ahí que el hijo de los Reyes de España asegurara que para preservar su salud se contentaba con realizar el acto solo una o dos veces entre el día y la noche para «no acabar derrengado».

Así lo explica en un documento que se conserva hoy en el Archivo Histórico Nacional y revela algo más que secretos de alcoba:
«Para obedecer a las órdenes de VV.MM. contaré aquí como transcurrió todo. El día en que me reuní con ella en Portella, me puse primero con ella en la silla de postas donde hablamos amorosamente, hasta que llegamos a Fondi. Allí cenamos en nuestra misma silla y luego proseguimos nuestro viaje sosteniendo la misma conversación y llegamos a Gaeta algo tarde. Entre el tiempo que necesitó para desnudarse y despeinarse llegó la hora de la cena y no pude hacer nada, a pesar de que tenía muchas ganas. Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche, excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y aseguro a VV.MM. que hubiese podido y podría hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones que VV.MM. me dieron y diré también a VV.MM. que siempre derramamos al mismo tiempo porque el uno espera al otro».
Retrato de María Amalia
Retrato de María Amalia
El joven Monarca no muestra recato en lo referido al sexo, cuanto menos para explicar si su esposa adolescente ya tenía el periodo y, en tanto, si podían ser abuelos sus padres: «Diré a VV.MM que todavía no lo tiene, pero que según todas las apariencias, no tardará en tenerlo; lo cual espero en Dios, en la Virgen y en San José».


Aunque no se conozcan otras cartas tan explícitas sobre la salud sexual de la pareja, se intuye que el matrimonio fue feliz en este y otros aspectos. A diferencia de lo que era costumbre en aquellos años, Carlos y María Amalia durmieron siempre en la misma cama y en la misma habitación. El resultado fueron trece hijos, de los que solo siete llegaron a adultos, entre ellos el heredero español Carlos IV

Precisamente, la prematura muerte de su primogénita, María Isabel, fue la más dolorosa espina clavada en la vida de María Amalia. En el resto de facetas de su vida, la Reina se mostró «sumamente religiosa y aplicada en sus obligaciones domésticas», pero nunca mostró nervio político. Se interesó por influir en escasos asuntos de Estado, a pesar de que Carlos se mostraba receptivo a sus consejos, siendo la antítesis de su suegra, Isabel de Farnesio. 

María Amalia murió solo un año después de que su marido fuera coronado Rey de España y, en consecuencia, apenas conoció la política más allá de las tierras italianas. Añoraba Nápoles y no parece que sintiera atracción por las numerosas conspiraciones palaciegas que se desplegaron en Madrid, a modo de alfombra roja para recibir a los Reyes. Los trece partos, la pena por la muerte de sus hijos, una mala caída del caballo y su gran afición por el tabaco contribuyeron al deterioro de su salud con solo 35 años. 

¡Gracias por leerme! Fuentes de consulta: abc.es/historia 

 

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Las 6.000 fortificaciones sin estrenar de Franco


El régimen levantó en la posguerra en la frontera con Francia miles de búnkeres y puestos de tiro por miedo a un ataque exterior


Desde lo alto del puerto de Otxondo, al norte de Navarra, se ve Francia ahí abajo, a menos de 10 kilómetros, y un mensaje en el móvil avisa de que en ese punto la cobertura telefónica ya es la del país vecino. En esos Pirineos de postal -entre ovejas latxas de las que sale el queso Idiazabal y ponis pottokas, muy cerca de un lugar mitológico para el mundo abertzale como el castillo de Amaiur- se esconde parte de un capítulo muy poco conocido de la historia militar reciente de España.

Es la Línea P, un conjunto de unas 6.000 fortificaciones defensivas que Franco mandó construir desde Guipúzcoa a Cataluña en los años cuarenta y cincuenta por miedo a una invasión extranjera o de la resistencia antifranquista, y que nunca llegó a utilizar. Excavadas a mano en una roca, al pie de una carretera comarcal o camufladas sobre una loma, estas construcciones de hormigón impresionan a quienes se atreven a entrar en ellas.

La mayoría no tiene un tamaño excesivo, suficiente para que dentro se apostaran entre cinco y 30 militares, según el tipo, dispuestos a repeler con artillería o fusiles un hipotético ataque.


Otras impactan todavía más por sus dimensiones y diseño. En la cuneta derecha del final del puerto de Otxondo, casi imperceptible para el conductor, se oculta en el interior de la montaña una de dos plantas, como un dúplex, unidas por nada menos que 42 escalones, con un amplio espacio para colocar literas y que los soldados pudieran hacer guardias el tiempo necesario.

"Es la única de este estilo que hay en Navarra", apunta el sargento Quirós, que hace de guía en medio de túneles estrechos, oscuros y embarrados. Su regimiento, América 66, ha catalogado en los últimos tres años más de 200 en la comunidad foral.

El grueso de las obras empezó en 1943 y duraron tres lustros, hasta que el dictador perdió el miedo a una invasión de las democracias aliadas Un poco más arriba, al lado del trazado del Camino de Santiago, se abre también dentro de la montaña un búnker con tres entradas y dos pasillos de 50 metros de largo por los que hay que andar encorvado. "En verano esto está imposible de mosquitos", advierte el militar a los más intrépidos.

Y casi enfrente, subiendo por una pista de difícil acceso, la gran joya de la zona, Alkurruntz, 150 metros de longitud y varios pasadizos laterales excavados a mano en la roca. "Esta fue una respuesta del régimen a su aislamiento internacional y al miedo a una posible invasión de las democracias aliadas", explica el historiador Diego Gaspar. "De hecho, ya se habían producido incursiones de elementos antifranquistas, sobre todo en el valle de Arán".

La planificación comenzó en 1939 bajo el nombre oficial de "Organización Defensiva de la Frontera Pirenaica" (la referencia coloquial de "Línea P" vino después), el grueso de las obras empezó en 1943 y duraron tres lustros, hasta que España salió de su aislamiento y el dictador perdió el miedo a un ataque exterior. Francia había creado una década antes su equivalente, la línea Maginot, para protegerse de Italia y Alemania.

El exterior de una fortificación con capacidad para 30 militares. Pablo Lasaosa

Franco proyectó unas 10.000 fortificaciones en los 500 kilómetros del límite con Francia, sin embargo, la cifra final se quedó en alrededor de 6.000 (el número exacto se desconoce porque muchas siguen ocultas por la vegetación). Nunca se usaron para lo que se construyeron, ya que no se produjo la temida invasión, pero el plan continuó activo en el Ejército bien entrada la democracia. "Hasta finales de los ochenta era un tema tabú a nivel militar", reconoce un portavoz de América 66.

De la ejecución se encargaron miles de militares. También hubo algunos prisioneros, pero, al tratarse de obras secretas, fueron relegados a labores auxiliares, como carreteras de acceso. Las condiciones de trabajo resultaron especialmente duras en invierno.

"Nos trajeron camiones Fiat de la guerra de Etiopía que se helaban y, para arrancarlos, a veces teníamos que prender una hoguera debajo de ellos", relataba uno de los soldados que trabajó en 1945 en el Pirineo oscense, Manuel Esteban Marco, en el libro Cuando Franco fortificó los Pirineos, de José Manuel Clúa, experto de la Línea P y creador de tres rutas turísticas en Aragón.

"Hasta finales de los ochenta era un tema tabú a nivel militar", reconoce un portavoz del Ejército, que ha catalogado más de 200 en Navarra los tres últimos años

La base de operaciones en esta comunidad se instaló en la estación de tren de Canfranc. Allí llegaba el material y dormían los obreros en hangares. Desde ese lugar se desplazaban en vehículos hasta los "nidos" (así llamaban a las fortificaciones), en mulos cuando la carretera se acababa y andando si era necesario.

"Algunos emplazamientos eran complicados de alcanzar. Solo daba tiempo a hacer un viaje al día, lo que da una idea de la distancia que había que recorrer, y en muchas ocasiones con una gran pendiente", señala. "El toque de diana lo daban a las siete u ocho de la mañana", continuaba Esteban Marco, que cobraba 1,50 pesetas al día más 50 céntimos para aseo.

"Desayunábamos un café a la intemperie y, si queríamos un bocadillo, nos costaba 1 peseta. Parábamos una hora para comer y regresábamos a la base sobre las seis de la tarde. Tengo que admitir que la comida era buena. En invierno, dormíamos cuatro o más compañeros juntos para pasar el menor frío posible.

 "La vida era tan dura que muchos desertaron a Francia", explicaba uno de los que realizaron la obra. 

La mayoría de los trabajadores fueron militares; hubo pocos prisioneros Se desconoce el dinero que pudo costar la Línea P, o al menos no se ha hecho público, pero sí existen algunos datos que ayudan a tener una idea del desembolso.

"Una memoria de 1956 contemplaba en una zona de Aragón 11 obras por 689.000 pesetas, y solo una de ellas valía 165.000 más 20.000 pesetas en imprevistos y redondeo", detalla José Manuel Clúa, que hace años tuvo acceso a multitud de fichas oficiales en la Capitanía de Barcelona. "El precio variaba según la ubicación, el terreno o la altitud. Las había desde 5.000 pesetas".

La gran mayoría ha resistido este más de medio siglo sin apenas daños. "Si tuviéramos que usarlas por necesidad de la defensa nacional, tardaríamos una hora en limpiarlas y ocuparlas", asegura el sargento Quirós. 

Sin embargo, todo el dinero invertido, los miles de hombres empleados y el esfuerzo por mantener en secreto el plan no se tradujeron en nada efectivo. Al menos, para lo que se construyó. Con el paso del tiempo, los lugareños han reciclado algunas en sitios tan peculiares como picaderos o almacén de urnas funerarias.



Fuente: elpais.com/politica - rakpirineos
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Ceaucescu hacia el patíbulo: los últimos cuatro días del dictador comunista «más feroz después de Stalin»

Solo pasaron cuatro días desde que el dictador rumano se dirigía a la multitud desde el balcón del Palacio Presidencial de Bucarest prometiendo un aumento del salario mínimo y su ejecución.

Reconstrucción de fusilamiento de Ceaucescu y su esposa Elena



Reconstrucción de fusilamiento de Ceaucescu y su esposa Elena

Resulta sorprendente que solo pasaran cuatro días entre las dos escenas. La primera, el 21 de diciembre de 1989. Nicolae Ceaucescu aparece asomado en el balcón del Palacio Presidencial de Bucarest.

Viste un abrigo negro y le acompañan su esposa Elena, sus guardaespaldas y varios dirigentes del Partido Comunista Rumano. Abajo, en la plaza central, la multitud le arropa con pancartas, banderas rojas y grandes fotografías en su honor. Se acerca al micrófono y dice: «Esta mañana hemos decidido que, durante el próximo año, aumentaremos el salario mínimo».

La segunda escena es del 25 de diciembre: los cadáveres del dictador y su mujer aparecen tirados en el suelo, en medio de un charco de sangre, junto a una pared, segundos después de haber sido acribillados. Tienen los ojos abiertos, sin vida.

Cuatro días en los que Rumanía cerró de un portazo una larga etapa en la que su población había sido oprimida, explotada, masacrada y matada de hambre «por la dictadura más feroz que ha conocido Europa desde, probablemente, la de Stalin», señalaba ABC.

«Queridos camaradas y amigos, ciudadanos de Bucarest, capital de la Rumania socialista. Permítanme enviar mis sinceros saludos revolucionarios a todos los que participan en esta gran demostración», comienza diciendo el dirigente.

El momento exacto en el que se representa el desmoronamiento del régimen tiene lugar en el minuto 2,41 del siguiente vídeo, cuando comienza a escucharse el murmullo de desaprobación ante las primeras promesas del presidente de la República. Con Ceaucescu, asombrado y contrariado, pidiendo una y otra vez a la gente permanezca en sus asientos y no se marche para poder continuar su discurso. Tras 22 años de duro régimen comunista, el pueblo acababa de perder el miedo.

El muro de Berlín había caído menos de dos meses antes y Ceaucescu aún no había tenido tiempo para asumir la realidad del desmoronamiento del bloque socialista en Europa. El dictador rumano caminaba hacia su muerte sin comprender que el mundo se transformaba.

Aquel último discurso era la fiel representación de la pérdida del poder, con los silbidos extendiéndose entre la multitud congregada en la plaza central de Bucarest, mientras prometía una ridícula subida del salario mínimo, subsidios para más de cuatro millones de niños o el aumento de las pensiones. Ya era demasiado tarde.



Ceaucescu llevaba viviendo su particular sueño desde 1967 y ahora despertaba abruptamente. Se había ganado la confianza del pueblo rumano cuando, un año después, se opuso a la entrada de las tropas soviéticas en Checoslovaquia y amenazó con el uso de la fuerza si la URSS se atrevía a invadir el país. Muchos líderes mundiales ensalzaron su figura y le recibieron con honores de Estado, pero la realidad no era tan bonita.

Poco después asumió su papel de dictador implacable e implantó un estado policial de corte estalinista. Alimentó la corrupción y el nepotismo, monopolizó los cargos más importantes en torno a su familia y vivió en la más absoluta opulencia mientras el pueblo se moría de hambre.

Como en otros países vecinos, una buena parte de la sociedad rumana estaba hastiada del gobierno del «conducator» a finales de 1989. Así se había hecho llamar en los años 80 para rendir culto a su persona.

Su política económica, así como el plan de austeridad draconiano con el que se quiso liquidar la deuda nacional lo antes posible, habían incrementado la pobreza de Rumanía hasta límites insospechados, mientras la familia Ceaucescu acumulaba una de las fortunas más grandes de Europa.

El 16 de diciembre había estallado la primera protesta en Timisoara, que continuó al día siguiente con la ocupación por parte de los manifestantes de la sede del Comité del Distrito del Partido Comunista Rumano (PCR) y la destrucción de documentos oficiales, propaganda política, textos escritos por Ceaucescu y otros símbolos del régimen socialista.

El mandatario ordenó disparar contra la población civil y provocó una masacre. Pero, lejos de aplacar la ira del pueblo, convirtió a la ciudad rumana en un polvorín: muertes, peleas, automóviles incendiados, tanques enfrentándose a civiles y voluntarios organizados en retenes para cazar a francotiradores.

«Detener la construcción del socialismo» 

La revuelta se extendió rápidamente a otras zonas del país y llegó a la capital, causando miles de muertos en lo que fue uno de los sucesos más graves de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. El Frente de Salvación Nacional, como se llamó al Gobierno que sustituyó a Ceaucescu, informó después que los combates registrados desde el inicio de la revuelta popular se habían cobrado entre 60.000 y 80.000 víctimas.

El objetivo del discurso del 21 de diciembre de 1989 no era otro que celebrar una multitudinaria manifestación de adhesión al régimen, con la televisión retransmitiendo en directo, para condenar las protestas de Timisoara.

«Parece cada vez más claro que hay una acción conjunta de círculos que quieren destruir la integridad de Rumania y detener la construcción del socialismo. Su objetivo es poner de nuevo a nuestro pueblo bajo la dominación extranjera.

Tenemos que defender con todas nuestras fuerzas la integridad e independencia del país», declaró el dictador ante los tímidos aplausos de la primera línea de asistentes. Estos habían sido traídos desde las fábricas, a punta de pistola, para escuchar proclamas como «mejor morir en la batalla, lleno de gloria, que ser una vez más esclavos en nuestra propia tierra» o «debemos luchar para vivir libres».

Pero Ceaucescu había malinterpretado el espíritu de los restantes manifestantes, que se habían congregado en la plaza central de Bucarest para abuchearle. La imagen del dictador y su esposa Elena tratando de calmar a los asistentes, pidiéndoles que permanecieran en sus asientos para poder continuar con su discurso, resultaba ciertamente caricaturesca. Sobre todo, después del anuncio de los irrisorios incrementos del salario mínimo y las pensiones.

El último error de Ceaucescu 

La reacción de su «amado» pueblo fue tal que su guardia personal le recomendó que se ocultara en el interior del edificio, al tiempo que la señal de televisión era sustituida por anuncios ensalzando las bondades del socialismo.

Sin embargo, la mayor parte de la población ya se había percatado de que algo extraño ocurría en Bucarest y no dudó en lanzarse a las calles de las principales ciudades para gritar «¡muerte al dictador!» y «¡abajo el gobierno!».

Ceaucescu, tras ser detenido en 1989 Ceaucescu, tras ser detenido en 1989- ABC Ceaucescu aún tuvo tiempo de cometer un último error, quizá el más fatídico de todos: no huir de inmediato.

Tenía la convicción de que la represión de las revueltas que había ordenado terminaría por apaciguar los ánimos. Cuando su esposa Elena fue informada al día siguiente de nuevas manifestaciones de grupos opositores, esta vez trabajadores de las zonas industriales de la ciudad que se dirigían al centro de Bucarest, ordenó:

«Mátenlos a todos y échenlos a fosas comunes. Que no quede vivo ni uno, ¡ni siquiera uno!». Y cuando se convenció de que aquello no era posible, el presidente ordenó a su piloto personal que consiguiera dos helicópteros con personal de seguridad para escapar.

Demasiado tarde. Cuando éste dio las órdenes, Ceaucescu alcanzó a escuchar la respuesta del oficial en el auricular, que sonó casi como una sentencia de muerte: «Señor Presidente, hay una revolución aquí afuera. Usted está solo. ¡Buena suerte!». Tuvo que echar entonces mano de un vehículo y huir hasta refugiarse con su esposa en un instituto a las afueras de la capital. En las calles, el Ejército había dejado de obedecerle.

 «¿Cómo permites que te hablen de ese modo?» 

Nicolae y Elena fueron detenidos pocas horas después, mientras los principales responsables del aparato de Gobierno y sus militares eran ejecutados. Ellos no iban a correr mejor suerte. El día de Navidad fueron juzgados y condenados a muerte, sin que el dictador pareciera darse cuenta de que su hora había llegado.

«Sólo contestaré al Parlamento del pueblo y vosotros tendréis que responder», gritaba encolerizado, mientras daba órdenes al tribunal, insultaba al juez («usted no sabe leer ni escribir») y replicaba a su mujer: «¿Cómo permites que te hablen de ese modo?».

«Usted siempre ha declamado actuar y hablar en nombre del pueblo, ser amado por el pueblo, pero solo ha hecho al pueblo esclavo de una tiranía durante todo este tiempo», le replicó el fiscal. El matrimonio más poderoso de Rumania era atado de manos y conducido directamente al paredón.

Cuentan que fueron muchos los voluntarios que se presentaron para apretar el gatillo y, cuando ya habían sido ejecutados, las manifestaciones continuaron en Bucarest pidiendo que fueran mostradas por televisión las cadáveres. Hasta que no lo vieran, no se lo creerían. Aquellas imágenes, que dieron rápidamente la vuelta al mundo, ocupan un lugar destacado en la historia del siglo XX. 

¡Gracias por leerme!

Fuentes de consulta: abc.es/historia

 

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La Tarumba, la compañía de títeres antifascista que animaba a los republicanos en las trincheras.

Nina Mónova, investigadora del Teatro de Títeres Obraztsov de Moscú, encontró en la ciudad rusa material gráfico inédito de una compañía dirigida por Miguel Prieto que tenía como objetivo subir la moral a los soldados durante la Guerra Civil 

Para ello, este teatro portátil representaba obras cómicas en las que convertían en marionetas a enemigos como Queipo de Llano, Franco, Mola, Mussolini o Hitler 
 Un campo donde hay pitas y olivos. Pudiera tratarse de algún lugar en las dehesas cercanas a Guadix (Granada)

Parte de lo que ocurrió en la Guerra Civil española todavía se encuentra oculto, enterrado entre cunetas y trincheras. Pero también existen otros lugares recónditos que actúan como enemigos contra la memoria histórica: los archivos. Cualquier carpeta clasificada puede contener documentos inéditos de la contienda, y eso es justo lo que ocurrió a Nina Monova, una profesora e investigadora del Teatro de Títeres Obraztsov de Moscú que descubrió en la capital rusa un gran material gráfico hasta ahora desconocido en España. 

Mónova halló casi cuarenta fotografías, tres libretos y varios recortes de prensa que fueron aportados a la institución Rusa en 1937 por Miguel Prieto, pintor y director de una compañía teatral que tenía como objetivo animar a los soldados republicanos durante la Guerra Civil española. Se trataba de La Tarumba, una iniciativa que, como demuestra el programa encontrado por la docente, fue apoyada por artistas de la talla de Miguel Hernández. 

 "Abrí varias carpetas relativas a la puesta en escena del gran (Federico) García Lorca de El retablillo de don Cristóbal, vi unas fotografías y decidí averiguar de qué se trataba, porque saltaba a la vista que eran distintas", explicó Mónova a la agencia EFE en referencia al momento de un hallazgo presentado en el Instituto Cervantes de Moscú. 

Prieto lleva en la mano al general Mola disfrazado con cabeza de toro
Prieto lleva en la mano al general Mola disfrazado con cabeza de toro MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

Además de la obra del dramaturgo granadino - que décadas después llevaría a la cárcel a dos titiriteros madrileños-, la investigadora encontró otras dos también representadas por La Tarumba: Los salvadores de España, de Rafael Alberti, y Defensa de Madrid y lidia de Mola, escrita por el propio Miguel Prieto y su compañero, el poeta Luis Pérez Infante. 

En esta última, hasta ahora inédita en España, se podía ver a Franco y al general Mola con un disfraz de toro mientras un miliciano le toreaba. Pero no eran los únicos personajes. También aparecían otros como Queipo de Llano, Mussolini o Hitler, quien era caracterizado como un cañón que terminaba cayendo sobre un orinal. 

"El teatro de La Tarumba es sencillo y extremadamente portátil. A los quince minutos de la aparición de los actores en medio de las trincheras, o en un hospital de campaña, o entre las tierras de los campesinos de Granada, o en el patio de una escuela valenciana, el público puede asistir ya al comienzo de la representación", se puede leer en uno de los textos hallados por Mónova. 

 Foto en la que aparecen tanques alemanes y una torreta de cañón que simula a Hitler
Foto en la que aparecen tanques alemanes y una torreta de cañón que simula a Hitler MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

Pero, ¿cómo llegaron estos documentos a Rusia? En septiembre de 1937 se celebró en Moscú el V Festival de Teatro soviético, un encuentro al que acudieron artistas y periodistas representantes de la cultura de cada país. 

Entre los invitados españoles estaba Miguel Prieto, Francisco Martínez Allende, la actriz Gloria Santullano, profesora de la escuela de teatro para niños en Valencia, y el poeta Miguel Hernández. Fueron hasta allí para dejar constancia de cómo la juventud artística de España estaba uniendo fuerzas para combatir el fascismo, no con armas, sino con música, carteles, películas y panfletos. 

Durante su visita a Moscú, Prieto visitó el Teatro Central de Títeres del que era director Andrei Yakovlevich Fedotov. Fue este quien creó la carpeta recientemente localizada por Nina Mónova en la que se encuentran todos los documentos donados por el artista además de recortes sobre el teatro español en prensa soviética. "Este pequeño teatro es un arma militar real, tan efectiva como un fusil", escribió el propio Fedotov durante 1938 en la revista rusa Juguete. 

Tanto el director ruso como Prieto sacaron algo de aquel breve encuentro. El primero, como Monova describe en el folleto de la exposición alojada en el Instituto Cervantes de Moscú, "aprendió que el teatro de marionetas puede ser tan importante para las personas como las armas en el frente de guerra". En cambio, el segundo consiguió adentrarse "para siempre con los colegas de su teatro en la historia", ya que "después de todo, los títeres nunca le abandonarán". 

 Doña Rosita, don Cristóbal y la madre de doña Rosita
Doña Rosita, don Cristóbal y la madre de doña Rosita MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

La misma casualidad que llevó a descubrir la carpeta también quiso que sobreviviera a los infortunios de las batallas. "Fue un verdadero milagro que se conservaran esos documentos, porque durante la Segunda Guerra Mundial una bomba impactó en el teatro y se perdió parte del archivo", dijo la investigadora en declaraciones a EFE. Porque, a veces, independientemente del país y del cajón en el que se encuentre, es el azar quien obliga a sacar a flote parte de un pasado que a pesar de todo se encuentra presente. 

 Esta foto pueden pertenecer a 'Radio Sevilla', escrita por Rafael Alberti. Sin duda, aparece el general Queipo de Llano, famoso por sus arengas diarias desde Radio Sevilla, reconocible por el micrófono de radio y la botella de vino que primero está a sus pies
Esta foto pueden pertenecer a 'Radio Sevilla', escrita por Rafael Alberti. Sin duda, aparece el general Queipo de Llano, famoso por sus arengas diarias desde Radio Sevilla, reconocible por el micrófono de radio y la botella de vino que primero está a sus pies MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

 La Tarumba en un hospital improvisado en lo que parece un convento
La Tarumba en un hospital improvisado en lo que parece un convento MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

 Los cuatro componentes de La Tarumba: Camarero, Prieto y los hermanos Pérez Infante. Los títeres, al menos algunos de ellos, parecen pertenecer a 'El retablillo de don Cristóbal'
Los cuatro componentes de La Tarumba: Camarero, Prieto y los hermanos Pérez Infante. Los títeres, al menos algunos de ellos, parecen pertenecer a 'El retablillo de don Cristóbal' MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

  Fotos en el frente, en algún lugar poblado, donde se puede ver cómo la función era realizada para los soldados
Fotos en el frente, en algún lugar poblado, donde se puede ver cómo la función era realizada para los soldados MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

  Foto perteneciente a la portada de la obra Defensa de Madrid y Lidia de Mola, original de Luis Pérez Infante y Miguel Prieto, cuyo texto se desconocía hasta la fecha y del que ahora podemos disponer. Se trata de un libreto editado en 1937, en Valencia, por el Subcomisariado de Propaganda del Comisariado General de Guerra. En la portada podemos ver al general Franco, con sus prismáticos de campaña, al general Mola con su disfraz de toro y a un miliciano toreándolo.
Foto perteneciente a la portada de la obra Defensa de Madrid y Lidia de Mola, original de Luis Pérez Infante y Miguel Prieto, cuyo texto se desconocía hasta la fecha y del que ahora podemos disponer. Se trata de un libreto editado en 1937, en Valencia, por el Subcomisariado de Propaganda del Comisariado General de Guerra. En la portada podemos ver al general Franco, con sus prismáticos de campaña, al general Mola con su disfraz de toro y a un miliciano toreándolo. MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ 

  Prieto con el títere del héroe popular Antonio Coll, «cazador de tanques», marinero que, en arriesgada y solitaria acción, destruyó cuatro tanques con sus bombas de mano.
Prieto con el títere del héroe popular Antonio Coll, «cazador de tanques», marinero que, en arriesgada y solitaria acción, destruyó cuatro tanques con sus bombas de mano. MIGUEL PRIETO. CORTESÍA DEL INSTITUTO CERVANTES DE MOSCÚ

¡Gracias por leerme! Fuentes de consulta: eldiario.es 



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Un hombre que no sabe en qué mundo vive.

Pablo Casado dijo ayer que su partido presentará una enmienda a la totalidad sobre la ley de la eutanasia porque ese problema, el de la eutanasia, no existe.

 Resultado de imagen de Un hombre que no sabe en qué mundo vive.

Pablo Casado Iñaki Gabilondo dijo ayer que su partido presentará una enmienda a la totalidad sobre la ley de la eutanasia porque ese problema, el de la eutanasia, no existe. Cree más, cree, y un día dijo, que la ley era un invento para dividir a la sociedad. Reconozco que hacía mucho tiempo que la afirmación de un político no me había irritado tanto. 

Hasta ahora, Casado nos había venido regalando algunas frases perla en las que se exhibía una exuberante inmadurez. Quien tenga curiosidad puede encontrarlas con facilidad. Son muchas y bastante penosas. La última, la del descubrimiento de América, no es de las mejores. Pero esta de la eutanasia es de otro grado y le desnuda como un hombre que no sabe en qué mundo vive ni qué verdades, dolores y desesperaciones encierra.

Casado puede estar en contra de la eutanasia, naturalmente, e invocar muchas razones para defender su punto de vista, pero esta no. Al negar la existencia del problema, Casado se me aparece de repente con un adolescente mimado disfrazado de hombre. Es posible que la facilidad con la que ha sacado adelante sus estudios le haya confundido sobre las dificultades de la vida, pero le puedo asegurar que abundan, son muchas y muy profundas. 

En el Partido Popular debe haber sin duda un gran número de hombres y mujeres adultos sensibles y con sentido que pueden sacarle de su patético error y recomendarle que se calle. Hoy, miles de familias españolas han descubierto que Casado no vive en su país ni en su mundo.


¡Gracias por leerme! Fuentes de consulta: cadenaser.com 

 http://masobesi68.blogspot.com/

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“¡Mira, es Andalucía”

Más allá de las críticas por el momento electoral o la letra pequeña, el acuerdo firmado entre el Gobierno y la Junta de Andalucía supone, ante todo, respeto a esta comunidad. 

“¡Mira, es Andalucía”

Decía Iñaki Gabilondo hace unos días en su videoblog de la Cadena SER, con motivo de la convocatoria de elecciones en Andalucía: “Espero que llegue el día en el que le tengamos respeto y le dediquemos por lo menos la décima parte del tiempo que dedicamos a otras comunidades porque por el momento Andalucía, vapuleada por todos los lugares comunes, es una gran desconocida”. 


Decía Iñaki Gabilondo en los 70, hace unos cuantos años ya, también en la Cadena SER: “Andalucía es una tierra grande, hermosa, vieja y sabia. Siéntase orgulloso de ser andaluz”. Era un eslogan de Radio Sevilla. 

Y seguimos en las mismas. A Andalucía le siguen arrojando tópicos quienes no conocen Andalucía. A Andalucía la siguen considerando una tierra subsidiada, sin talento, vaga… quienes, efectivamente, no conocen Andalucía. 

Por eso, quienes no conocen Andalucía, también ignoran –o desprecian en el peor de los casos–, la importancia de lo que pasa en Andalucía. Más allá de las críticas por el momento electoral, el acuerdo cerrado esta semana entre la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el consejero andaluz de Hacienda, Antonio Ramírez de Arellano, es importante. Porque ese acuerdo, que implica que Andalucía reciba las inversiones equivalentes al peso de su población, lo que supone es, ante todo, respeto a Andalucía. Más allá, como digo, del momento, de la letra pequeña, de otras consideraciones como apuntan otros partidos, de las cuestiones que puedan generar críticas. 

En momentos como este, cuando sale alguien hablando de Andalucía sin conocer Andalucía, siempre me viene a la cabeza aquella viñeta con la que Forges ilustró el primer número de Informaciones de Andalucía, el 9 de diciembre de 1976, y que es tan actual como el videoblog de Gabilondo:

“¡Mira, es Andalucía! Jo, grandioso”.  

La Marea OLIVIA CARBALLAR  

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La rojigualda cumple 175 años.

  • El 13 de octubre de 1843, un decreto expandió el uso de la bandera de Carlos III a todos los Ejércitos
Cuadro «Mi bandera», de Ferrer-Dalmau - Vídeo: La evolución de la bandera española ARMADA ESPAÑOLA
Este 2018 celebramos un aniversario muy especial: el de nuestra compañera roja y amarilla. No en vano fue un 13 de octubre de 1843 cuando la reina Isabel II estableció que el pabellón elegido por su bisabuelo Carlos III para los barcos de guerra sería el que portarían con orgullo todos sus soldados. 

Una decisión que pretendía unificar la infinidad de banderas existentes en el Ejército. Desde entonces, y salvo la excepción de la Guerra Civil, la rojigualda ha representado a la nación tanto en tragedias como la batalla de Trafalgar (donde marinos de la talla de Cosme Damián Churruca lucharon por ella hasta morir), como en gestas inolvidables. 

Y también por ello, las Fuerzas Armadas han organizado todo tipo de eventos para conmemorar, en los próximos meses, esta fecha mágica. Algunos tan destacados como la exposición temporal «Rojo, amarillo, rojo: la bandera de todos. 175 aniversario» que acoge el Museo del Ejército.


En origen, la historia de la rojigualda comenzó cuando Carlos III se propuso evitar los inconvenientes que creaba contar en los barcos de la Marina con una enseña blanca. Y es que, el tono era utilizado por otros muchos países como Francia y podía provocar trágicos y desafortunados cruces de cañones en alta mar. 

Fue entonces cuando el monarca tomó la decisión de elegir una nueva enseña que flameara en sus buques. Una en la que la dinastía quedase en un segundo plano en favor de una buena identificación de la nación desde la toldilla de los bajeles. El ministro de Marina Antonio Valdés y Fernández Bazán presentó doce propuestas al monarca, y este se decantó por dos:
una para los buques de guerra (nuestra actual bandera) y otra para su flota mercante con tres franjas amarillas y dos rojas. No obstante, hizo algunas modificaciones en la primera relacionada con el tamaño de las listas.

Visible en el mar

Carlos III dejó claros sus objetivos en el Real Decreto del 28 de mayo de 1785: «Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la bandera nacional de que usa mi Armada Naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de bandera dividida a lo largo en tres listas». 

A su vez, el documento incidía en que la franja central debía ser más grande que el resto para que se distinguiera a la perfección el escudo, siendo «la alta y la baja encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total». Por descontado, terminaba la descripción incidiendo en que «la de en medio» debía ser amarilla.


Aquellos tonos, sin embargo, no fueron seleccionados al azar. Ni mucho menos. Algunos expertos afirman que se usaron los colores de Aragón (rojo y amarillo) debido a que en el escudo habían adquirido mucha importancia los símbolos de Castilla y de León. Por su parte, el Comisario de la exposición del Museo del Ejército y Teniente Coronel de Infantería Antonio Manzano Lahoz es partidario de que también pudo influir la herencia hispana. 

«En toda la heráldica medieval española los colores que más se usaban eran el rojo, el oro y la plata. Esto es vital para comprender como aparece la bandera roja, amarilla y roja», afirma en declaraciones a ABC. Más allá de que el debate siga vivo a día de hoy, lo cierto es que el poder expansivo de esta enseña la hizo popular en un tiempo muy breve.

Isabel II

Mientras los navíos españoles daban a conocer la futura bandera nacional en los mares, el Ejército siguió utilizando multitud de enseñas para representar a sus unidades. Al menos hasta 1843, año en que la joven Isabel II decidió extender la rojigualda a todas sus tropas. 

Así quedó claro en el Decreto del 13 de octubre: «La unidad de la monarquía española y la actual organización del Ejército y demás dependencias del Estado exigen imperiosamente desaparezcan todas las diferencias que hasta ahora han subsistido». De esta guisa terminó de expandirse entre los diferentes ejércitos un paño que, para entonces, ya era conocido.


Desde entonces, la rojigualda ha mantenido sus colores de forma casi ininterrumpida. Solo ha habido una excepción: la Segunda República. Durante la misma, su tercera franja fue cambiada por el morado. Tras el franquismo, y durante la Transición, se decidió que la bandera fuera bicolor a pesar de la existencia de la tricolor. 

Y así quedó claro en el artículo 4 de la Constitución: «La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas». Y así ha permanecido hasta hoy, día en que celebramos su aniversario.

¡Gracias por leerme! Fuentes de consulta: abc.es/historia


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Lola y la manzana.

Alguien ha decidido que sea la ministra Delgado la portadora del fruto envenenado para Sánchez y se han empeñado en que no sólo él muerda sino que toda la sociedad española se emponzoñe con él

Si un asesino, un violador, un traficante no puede ser condenado con pruebas de un origen turbio, ¿cómo vamos a basar una exigencia de responsabilidad política, de honestidad personal, en algo aún con peor sustento?


El comisario Villarejo en una imagen de la entrevista con Évole proporcionada por La Sexta “Tú no quieres la verdad porque en zonas de tu interior de las que no charlas con tus amiguetes, me quieres en ese muro” 

Algunos hombres buenos 

Toda mujer es Eva para el perverso. Toda mujer es la portadora del fruto prohibido. La fuente del pecado, siempre. La causa de la caída. Alguien ha decidido ahora que sea la ministra Delgado la portadora del fruto envenenado para Sánchez y se han empeñado en que no sólo él muerda sino que toda la sociedad española se emponzoñe con él. 

Lo cierto es que cualquier debate público que se desprenda de un tal lodazal está contaminado. Hay una teoría de derecho penal que se denomina "del fruto del árbol envenenado" y que, resumiendo, viene a decir que si hay una fuente de prueba que se haya obtenido ilegalmente todo lo que penda de esa prueba queda invalidado. 

Borrado. Fuera del proceso. Lo que procede de la mierda vuelve a la mierda y no puede servir para nada limpio y menos para juzgar a las personas. 

Metafóricamente, esto es perfectamente trasladable al asunto en el que quieren envolver a la ministra y al Gobierno y mañana vayan a saber a quién. Si algo que procede de fuente ilícita es capaz de invalidar todo un procedimiento judicial ¡cómo no va a invalidar un debate público! 

Si un asesino, un violador, un traficante no puede ser condenado con pruebas de un origen turbio; si la mínima garantía exige que las pruebas sean adveradas, que sean peritadas para evitar manipulaciones, si eso mismo está obligado a hacer el periodismo, ¿cómo vamos a basar una exigencia de responsabilidad política, de honestidad personal, en algo aún con peor sustento? 

Sabemos que hay alguien intentando hacer su voluntad mediante medios envenenados. No entiendo que nadie en su sano discernir pueda plantear que lo más limpio es darle lo que pide y aceptar sus condiciones. 

Esto sólo es posible si hay a quienes nuestra sana convivencia democrática les importa menos que la consecución del poder y ¡ojo! pues hasta estos podrían verse envueltos en la ciénaga. Es más, a todos los efectos, hasta el contenido debería resbalarnos, pues no tiene más relevancia real que la de un rumor. 

Exactamente eso es lo que nos han dado. Primero intentaron insinuar que había una sombra de cohecho sobre una fiscal y un juez y esto fue desmentido tajantemente por la propia Fiscalía de la Audiencia Nacional y por el organismo internacional implicado. 

Aparcaron esa historia rota y acudieron ya a la víscera, a esa que rezuma olor a cavidad y que siempre encuentra receptores en esa pituitaria ancestral que unos reprimen y otros azuzan. El Parlamento no es lugar para esta evisceración y ninguna limpieza del espacio público puede apoyarse en esa corrupción. 

El control del poder y la exigencia de responsabilidad precisan que se produzca el descubrimiento de un hecho inaceptable producido en el ámbito del poder o bien de un hecho anterior que denote comportamientos inapropiados para el ejercicio del cargo que no se conocieran antes. Aceptar como dádiva un título universitario es uno de esos casos, ser lenguaraz en una comida diez años antes, no. 

Dicen algunos que quieren marcar músculo político que nadie que haya tenido relación con tipejos puede estar en un gobierno y podrían llevar razón, pero para eso tendríamos que definir qué es un tipejo y qué es estar a su lado. Hemos tenido hasta gobiernos de tipejos. 

El comisario Villarejo no sólo no fue siempre un proscrito del sistema, sino que fue un puntal alabado del mismo. De ese sistema que se parece al muro del que hablaban en Algunos hombres buenos y que fue no sólo tolerado sino ensalzado cuando en este país se peleaba con saña por no sucumbir ante el terrorismo de ETA u otras amenazas. 

En aquellos años, Villarejo era sin duda un tipo oscuro y del que se podía pensar que andaba en las lindes pero del que no se sabía que fuera un criminal que hubiera montado todo un sistema de enriquecimiento y chantaje a cuenta de sus trabajos para el Estado. Él sí sabía a qué se dedicaba, claro, y él sí que buscó acercarse a todos aquellos puntos de poder que eran de su interés. 

La ministra comió alguna vez en grupo con él, otros muchos fiscales y jueces lo hicieron, políticos y periodistas. Muchos magistrados y fiscales a los que admiran muchos españoles, del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional, también de la Audiencia Nacional participaron en cursos y conferencias auspiciadas por él desde un instituto denominado Schola Iuris. 

¿Era sospechoso un policía condecorado por los gobiernos de todo signo? ¿Todo el que se relacionó con él está contaminado? Todo eso lo digo con la tranquilidad de que yo, que soy una mindundi, y que nunca me he topado en mi vida con él, puedo responder que no. Lo que sí conocí fue a las gentes de la Audiencia Nacional durante catorce años. 

Por eso puedo decirles que las relaciones dentro de un tribunal que era una isla en sí mismo y en el que habitaban como endemismos egos y personalidades de toda dimensión, eran relaciones humanas de doble signo: uno el que unía por las dificultades personales que tal trabajo producía para todos y otro el de las diferencias de criterio, amistades y enemistades y luchas de poder que se entrecruzaban de por medio. 

Como en todas partes, pero aumentado hasta el infinito. No descubriré nada si digo que lo mismo que grabó el infame o parecido se dijo de los ahora protagonistas en otros círculos y que hay que saber muy bien cómo cambiaron las alianzas y cómo voltearon amistades y enemistades para interpretar lo que pretenden que oigamos. No tiene sentido. Era otro tiempo, otras vidas, otras cuestiones. Ni las personas ni sus formas ni sus relaciones son las mismas desde hace mucho tiempo. 

El fruto está envenenado y además proviene de una ouija. Lo que no practico para mi vida privada no lo quiero para la pública. Me enseñaron muy pronto a no dar pábulo a los rumores, a no dar credibilidad a quien no la tiene, a no pedir cuentas sino de lo que pertenece al espacio común. 

Aprendí ya como periodista a diferenciar lo que tiene interés informativo de lo que no. Lo que cada uno piense, lo que diga sin pensar, lo que no piense pero diga en espacios privados allá cada cual. Azoten o falten. Lo hagan con otros o conmigo. 

No pueden convertir el espacio democrático en el espacio de venganza de los criminales ni en un patio de porteras porque este país no lo merece por muchos réditos que piensen algunos que puede darles. Eso sí, denle a la bestia la sangre que reclama y estén seguros de que siempre volverá a por más. 

Fuentes de consulta: Elisa Beni .eldiario.es 
 
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