La lucha de las mujeres contra la mutilación genital femenina.

Cuando el miedo me domina,

cuando la ira se apodera de mi cuerpo,
cuando el odio se convierte en mi compañero,
busco el consejo femenino, porque este dolor es solo femenino.
Y me dicen que el dolor femenino perece
como todo lo femenino.

                                          Dahabo Ali Muse, Dolores femeninos (poema, 1998)


Una habitación corriente o una choza oscura en un poblado en el campo. Una hoja de afeitar comprada en el mercado, un cuchillo afilado o un simple trozo de vidrio roto son suficientes. A veces, aguja e hilo, o las espinas de un arbusto silvestre. Las mujeres de la familia sujetan a la niña mientras alguien paga a la encargada de la ablación para que le inflija un dolor tan intenso que jamás lo olvidará.

Para más de 125 millones de mujeres de todo el mundo, el paso de la infancia a la edad adulta está marcado por la sangre de la mutilación genital femenina (MGF).


El procedimiento consiste en extirpar el clítoris, a veces raspar los labios menores hasta eliminar totalmente los genitales externos, y cerrar el corte cosiéndolo y dejando un pequeño orificio para el flujo menstrual y la orina, que más adelante se volverá a abrir con un corte en la noche de bodas.

Se cree que el ritual, que en determinadas sociedades es obligatorio, purifica a las mujeres de su feminidad, las somete a través del dolor y las hace vírgenes de por vida e insensibles al placer sexual. Y, por tanto –y este suele ser el principal objetivo–, las convierte en esposas devotas y fieles.


 Las complicaciones para la salud pueden ser desastrosas, desde el trauma hasta las infecciones en el momento de la ablación. Para las víctimas de la infibulación, los dolores menstruales suelen ser insoportables porque la sangre se acumula en los puntos y, a veces, las dificultades para orinar provocan infecciones de riñón. También causa problemas en el momento del parto: 

En las comunidades rurales, donde los hospitales están lejos o pobremente equipados, la infibulación provoca un aumento de uno a dos puntos de las muertes intrauterinas por cada 100 nacimientos.

Mientras que la tasa de mortalidad materna media en los países en desarrollo es de 230 fallecidas durante el embarazo o el parto por cada 100.000 nacidos vivos, en los 26 países africanos en los que se practica la MGF (con la excepción de Egipto) la prevalencia es mucho mayor. De hecho, alcanza una cifra de 1.100 muertes en Sierra Leona, 850 en Somalia, 650 en Guinea y 420 en Etiopía.



Según las encuestas de Unicef y la Organización Mundial de la Salud, las víctimas de las MGF se concentran en 29 países. Aparte de Yemen e Irak, todos los demás están en África.

¡Gracias por leerme! 

Fuentes de consulta: elpais.com/especiales

 http://masobesi68.blogspot.com/

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